sábado, 25 de junio de 2011

Calcio Storico Azzurri Vs Bianchi




El día 24 de Junio, tuvo lugar en Florencia la Final del "Calcio Storico" o "Calcio Fiorentino". 


Yo como muchos otros Erasmus, no habíamos descubierto semejante "deporte" hasta que no llegamos a Florencia, y comenzamos a conocer las tradiciones y peculiaridades de la ciudad. 
Para quién no lo sepa, el "Calcio Storico" es una forma primitiva de fútbol que se remonta al siglo XVI. La plaza de Santa Croce es la cuna de dicho "deporte", que se ha mantenido vivo durante siglos. 

Las reglas del Calcio, salieron por primera vez en 1580, promulgadas por el conde florentino Giovanni de' Bardi. Antes en los primeros tiempos del Calcio, el juego era exclusivo para los aristócratas ricos que jugaban todas las noches entre la Epifanía y la cuaresma.

El "deporte" no fue jugado por alrededor de dos siglos, pero revivió en el siglo XX, cuando se organizaron juegos en 1930 durante el gobierno de Benito Mussolini, y se disputan torneos hasta hoy.
El calcio se compone por equipos de 27 miembros, y hay tan solo 4 equipos diferentes. Estos equipos representan a diferentes zonas de Florencia. 

                                                                Santa Croce / Azzurri (azules)
                                                                Santa Maria Novella / Rossi (rojos)
Santo Spirito / Bianchi (blancos)
San Giovanni / Verdi (verdes)

El juego con los años se iba volviendo más y más violento. Pues con sus 24 componentes, la misión del juego es llevar la pelota hasta el campo contrario para hacer gol.
Mientras la pelota no sabes ni donde se encuentra, comienzan a bloquearse como si de Rugby americano se tratase. Pero no os equivoquéis, es mucho más agresivo e impactante que el rugby. Las reglas son casi inexistentes y juegan a torso descubierto, sin ningún tipo de protección.
Años atrás, los jugadores eran expresidiarios, algunos salían solo para jugar y volvían a la cárcel tras el partido. 

Ahora han incluido alguna regla algo más rígida. Ya no se puede tener causas pendientes ni multas por agresión en al menos 5 años. Pero en cuanto a las reglas dentro del campo, es difícil decir si se respetaba algo. 

Los equipos saltaron al campo de juego, de albero al rededor de las 6 de la tarde, cuando estaba acabando el desfile previo. Otra cosa curiosa y bonita fue el desfile de los barrios participantes y los correspondientes "Sbandieratori" que lanzaban las banderas al aire y hacían muestra de sus habilidades.

Comenzó el partido, y como ya he dicho, era muy difícil encontrar la pelota o al menos, prestarle atención. Los jugadores se ponían en posición de "pelea de boxeo" y comenzaban a hacerse bloqueos y a darse de leches. Creíamos todos que nos iba a sorprender mucho porque durante los días previos al partido, nos habíamos dedicado a buscar vídeos de años anteriores, pero señores, ver eso en directo era mucho más que una ventanita de youtube.
Después de más de media hora (la duración total es de 1 hora) de partido llegaron los goles. Cuando uno de los equipos lanza y falla, se le da medio punto al equipo contrario. Nosotros estábamos en la grada Azzurra, que se aventajaba en el marcador.

Cada 2 minutos se veía entrar a los del Pronto Soccorso, que iban con una camilla a recoger a alguno de los jugadores, aunque estos.. tras dos segundos de atención se reincorporaban (ya estuvieran sangrando o medio molidos). Como si nada pasara, los demás seguían dando puñetazos, patadas y corriendo a noquear al contrario, así hasta una hora de "lucha libre" que acabó con la victoria AZZURRA. 





miércoles, 22 de junio de 2011

STAZIONI

Paso por Santa María Novella, como cuatro veces al día. Es como una calle más, un atajo o simplemente el lugar que cruzar para llegar antes a casa.
Nunca hasta ahora había caído en la cuenta de la cantidad de personas que se encuentran en una estación de tren.

Al igual que en un aeropuerto o una estación de autobuses, se viven  las más diversas y parecidas historias. En las estaciones y aeropuertos, encuentras nacionalidades que ni siquiera imaginabas que existiera. A la vez, descubres sentimientos anónimos que posiblemente se parezcan a los tuyos.
Siempre se ven personas corriendo de un lado a otro. Con caras desesperadas y cansadas porque pierden el tren que no espera a nadie; grupos de colegiales divertidos que también corren, pero no están preocupados. Una punky de pelo rosa que destaca del grupo pijo al que acompaña; chinos con caras de desconcierto y cámara fotográfica de dimensiones desmesuradas.

Parejas que llegan de la mano, felices a su destino; parejas que con tristeza se despiden en el andén, oliendo un "hasta siempre"; personas que llegan con cara de hastío de su puesto de trabajo. Señores enchaquetados que van a coger uno de esos trenes veloces.

Estaciones y aeropuertos, tierra de nadie. Esas esperas que te hacen sentir en ninguna parte. Lejos de casa, varado y abandonado en un puesto que no te pertenece. Ves pasar personas que no conoces y que seguramente estén pensando lo mismo que tú.

El valor para marcharse, el miedo a llegar.
La necesidad de coger un tren y decir adiós. El miedo a un adiós sin retorno.
Otros que se despiden con felicidad, sabiendo saborear lo bueno del recuerdo, quitando lo amargo de esa sensación. Son inteligentes, saben que era pasajero y simplemente se han dejado llevar.

Personas que se abrazan porque acaban de encontrarse.

Emociones tan opuestas, tan diferentes, se ven una y otra vez en un mismo lugar. Gente sin nombre, culturas diversas... pero todos, todos viviremos o hemos vivido historias parecidas.

miércoles, 8 de junio de 2011

Rimini tutti al mare with FACE

Hace poco más de una semana estuvimos en Rimini. Pequeño pueblo costero en la región de Emilia Romaña.
Nos fuimos "las tres Martas" con una asociación Erasmus (FACE), sin reparar en los exámenes que teníamos vecinos para disfrutar un poco del sol, la playa y el ambiente del mar. 
Se salió de Santa María Novella a las 8 de la mañana. Aunque muchos, estábamos allí a las 7, para poder alardear de puntualidad.


Salimos a la hora prevista y llegamos con algunos minutos de más, pues los del Face, eran en lo único que habían fallado... en las horas de camino.

Una vez allí, dejamos las cosas con brío en las habitaciones y nos fuimos a ver Rimini. Otro grupo, pasó de ver la "ciudad" y se bajó directamente a la playa. La verdad que hicieron bien. Porque si llegamos a saber lo que era Rimini, nos hubiéramos quedado en la playa todos.

Hicimos el giro turístico de rigor, más que nada para cumplir. Comimos por el centro y nos volvimos a la playa. De Rimini ciudad, la verdad que tengo poco que contar. Porqué entre que había poca cosa que ver y la cuenta que le eché al guía que nos la estaba enseñando... me deja pocas cosas que explicar del lugar.

Nos unimos con todos en la playa. Aquello no parecía una playa, era una tormenta de arena en pleno apogeo. El viento nos estropeo un poco el día de playa, aunque allí estábamos todos, un grupo de 52 personas luchando contra la arena y plantados en la toalla "tomando el sol". La playa era privada del hotel, como el resto de la playa. Que tiene mil servicios de ocio a orillas de playa. Duchas, hamacas con sombrillas, parques de niños, pista de voleibol, ect. 
En la playa nos cayó del cielo un niño Leonardo. Se llevo con nosotros los dos días de playa y con sus cinco años, nos conquistó a todos, sin excepción.
A pesar del desapacible temporal de viento, muchos fueron valientes de meterse en el agua. Después de estar tumbados cosas de 10 minutos, apareció Diego Novo cual guerrero herido con algo en el pie. Después de decirle mil veces que dejara de quejarse, que era una "nena", caímos en la cuenta de que sí se había hecho daño de verdad. Había tenido la maravillosa suerte de pisar el único pez araña que había en toda la playa de Rimini. Putada. 

Después de tener el pie en agua caliente y de ver como agonizaba, el chico del "pronto soccorso" le dijo que debería de pasarle el efecto del veneno en poco. A pesar de la cabezonería de Diego que no quería moverse de la hamaca (con el pie arrugado y a punto de cangrena metido en el agua caliente), consiguieron convencerlo y llevarlo hasta el hotel. Teníamos que cenar temprano porque en el hotel la cena estaba programa a la 7, una hora entre italiana y guiri. 

Todos allí abajo para cenar a dicha hora y después ver el partido del Barça con el ... (no sé, no lo vi).
Las Martas, decidimos que mejor que bajar a ver el partido, nos quedábamos a beber en la habitación, ya que se había quedado en ir a las 11 a la discoteca, que estaba cerca del hotel.
Mucho cotilleo y poco beber al principio, pero pronto se animo Novillo a empinar el codo con el ron. 
Acabamos las 3 en la terraza, cual maruja desempleada, a contarnos historias de antaño. 

Más o menos a la hora prevista bajamos con el resto para ir a la discoteca, también en compañía del "pez araña". Hazaña de este último cuando de camino al local, intentaron asustarlo dos personajes agazapados detrás de un coche. Pero que pasó, que "el pez araña" reaccionó de la mejor manera que pudo. Susto más lanzamiento de copa a la cara del agresor. Tiró el ron, pero nos reímos mucho.

Entrada en la discoteca. Poco que contar aquí. Gente borracha. Gente que baila. Martas que me dan la brasa porque iban más borrachas que "piteras"y vuelta al hotel a las tantas sin muchos incidentes. Sin contar que hubo gente de varias nacionalidades que se durmió en una de las mesitas de la discoteca, que perdimos una Marta en batalla y que mis pies casi mueren en el intento de llevar tacones. 

Amaneció un nuevo día en el que pocos, muy pocos, fueron valientes de levantarse para ir a tomar el desayuno antes de las 9 de la mañana. Y más playa. Esta vez sí. Buen tiempo, calor, y gente como gambones de Isla Cristina. Allí volvimos a encontrarnos con nuestro amigo Leonardo. Jugamos con él creo que todos, a tiempo indefinido, haciendo relevos. Tenía más parla que cualquier adulto, de esos que van a los programas de Intereconomía. Al final de la jornada, vino a despedirse de nosotros cabizbajo y triste, porque era demasiado listo como para engañarlo y decirle que nos íbamos a volver a ver.

Y así, tras la despida con Leonardo, las siestas en la arena, la resaca reposada y las espaldas quemadas nos volvimos a nuestra Florencia del "cuore"... 

miércoles, 1 de junio de 2011

Sole, Mare, Sud, NAPOLI (POMPEI e più)

Ya se está haciendo demasiado habitual que mis escritos aquí, sea muy de cuando en cuando. Me dejo cosas por escribir, porque pasa tanto tiempo que llegan anécdotas nuevas y olvido las pasadas. Esta vez diré a mi favor que llevo tanto tiempo sin escribir por problemas técnicos. No conseguía entrar en el blog hasta ayer que por fin descubrí la forma de entrar.

Continuo con el viaje de Pascua a Nápoles. Si echo la vista atrás, parece que queda lejísimos, pero en realidad tampoco hace. Habíamos quedado todos en la recepción del hotel a eso de las 8'30, porque el viaje hasta Pompeya era algo más largo que los demás y teníamos que llegar pronto. Al final, salimos como a las 9'20 porque "la puntualidad" no es el fuerte de Apostolis. 
Una vez en el tren, tuvimos que bajarnos porque no teníamos billete y había un revisor matutino merodeando por el tren. Nos bajamos en la primera parada y fuimos de legales ese día, comprando para ir y para volver. 
En el segundo tren, ya sí, camino de la "ciudad volcánica" conocimos a un simpático chico napolitano que nos contó varias e interesantes anécdotas hasta que se bajó una parada antes que la nuestra. Era bastante interesante escuchar hablar a ese chico, tan metido y comprometido con sus historias. 

Después de un camino entretenido pero interminable porque el tren iba a rebosar y el calor era insoportable, llegamos a Pompeya, después de casi 45 minutos de pie en el tren.
Nada más salir de la estación, a las entradas de la ciudad, se veían puestos de frutas y comida. Los comerciantes te ofrecían de comer, y sobre todo agua fría a un euro, con el tono amenazante de que dentro no había agua (mentira).

Empezamos la visita muy animados y contentos, porque el espectáculo que ofrecía Pompeya nos dejó sin palabras a todos. No cogimos guía ni nada, porque Apostolis se llevó un libro de la ciudad para hacernos de guía. Grandes calles arenadas. Columnas inmensas y construcciones destrozadas por la lava. La conservación de Pompeya es bastante buena en algunas partes, y bastante pésima en otras.
Con el libro de Apostolis, íbamos viendo todas las calles y construcciones antes de la catástrofe, porque tenía ilustraciones muy buenas. Lo que nos dejaba aun más impresionados. Disfrutamos bastante viendo lo que quedaba de la ciudad e imaginando lo que tenía que haber sido antes. El guía no podía ser mejor, el griego, lo contaba todo con tanto entusiasmo que nos contagiaba a todos.

Tras tres horas de visita bajo el sol, ya Pompeya nos gustaba algo menos. Empezamos a plantearnos las horas que nos quedaban dentro y lo que podíamos ver. Todos querían salir temprano para poder ver Nápoles por la tarde. No pudimos luchar contra el griego que se empeñó en verlo TODO. Y cuando digo TODO, no creáis que miento porque vimos TODO lo que estaba abierto y no en obras. 
En este caso, el grupo se mantuvo unido, menos los desertores de Jose y Carlota que hicieron su ruta paralela.
A cierto punto, en la recta final de la visita, estábamos ya todos agonizando con los pies. Porque obviamente Pompeya es mucho más grande de lo que todos esperábamos y el suelo arenoso y rocoso no ayudaba mucho.
Ana intentaba engañar sutilmente a Apostolis porque ella llevaba el mapa, pero el maldito no era nada fácil de engañar y en cuanto se daba cuenta que nos saltábamos parte de la visita empezaba a llamar a Ana como un desesperado.
Cuando ya se terminaba la ruta, todos estábamos acordándonos de la madre que parió a todos los griegos habidos y por haber. Cuando por fin dijo, "esto es lo último" vimos el final del túnel.
Comimos nada más salir de allí y pusimos rumbo al tren. Después algunos decidieron continuar con el plan e ir a Nápoles, otros (yo incluida) decidieron ir al hotel a descansar porque no podían con sus pies (ni con el alma).

En poco tiempo llegó la noche, y hubo como siempre, pizza y vino en la terraza del hotel. Yo este día me negué a ir a recoger la pizza debido a los incidentes con el señor de la pizza diavola... 

Al día siguiente el planing, era ir a Amalfi, Positano y más pueblos de la costa. Debido a que era domingo de Pascua, el plan se quedó en visitar Nápoles otra vez, porque no funcionaban los trenes para volver. En la estación nos dijeron que podíamos visitar un pueblo que estaba cerca y que tenía cosas para ver. Nos dejamos convencer fácilmente debido a la falta de planes.
El pueblo si tenía cosas para ver, un volcán. Que costaba unos 10 euros entrar. Pasando. Decidimos bajar de la montaña, andando, como no, e ir en busca de la playa.
Un señor muy amable nos indicó dónde estaba la playa de Savia (arena), porque por lo visto, había otra de roca. Este señor napolitano tan amable, nos tomó cariñosamente el pelo, porque en tal pueblo napolitano... no había playa.

Llegamos al puerto del pueblo, buscamos algo de comer y después nos echamos una pequeña siesta. Un café o coca cola en su defecto y de vuelta a Nápoles.
Por la noche salimos a pasear por el puerto "cercano" al hotel. Había mucha gente que paseaba por el puerto, y desde algunos puntos del muelle tiraban velas hacía el cielo, que dibujaban un paisaje digno de ver... 
Al día siguiente ya decíamos adiós a Nápoles. Todos, exceptuando las dos Martas y Gabi, fueron a ver el museo de arqueología. Nosotras tres nos quedamos durmiendo un poco más y después fuimos a visitar el centro de Nápoles. 
Nuestra visita por el centro duró poco. Llegamos bastante justas de tiempo. Y fue la primera vez, desde que llegamos que noté la inseguridad napolitana. No es ciudad para tres chicas solas, con nuestras caras de "somos españolas". Además porque Marta iba haciendo un ruido ensordecedor, contando no recuerdo que historia... Llegamos hasta una plaza dónde nos entramos la procesión más peculiar que habíamos visto en nuestras vidas. 
La procesión iba compuesta de: Virgen (lo normal.. ), Papa (menos normal.. ), madre con niño muerto en brazos (extraño), militar con metralleta (muy extraño) y tanque que disparaba bengalas (extremadamente extraño)... Tras ver este espectáculo, volvimos a la estación para comer y encontrarnos con los demás.

Y así acabó nuestro viaje al sur de Italia... divertido, familiar, con anécdotas...