miércoles, 8 de junio de 2011

Rimini tutti al mare with FACE

Hace poco más de una semana estuvimos en Rimini. Pequeño pueblo costero en la región de Emilia Romaña.
Nos fuimos "las tres Martas" con una asociación Erasmus (FACE), sin reparar en los exámenes que teníamos vecinos para disfrutar un poco del sol, la playa y el ambiente del mar. 
Se salió de Santa María Novella a las 8 de la mañana. Aunque muchos, estábamos allí a las 7, para poder alardear de puntualidad.


Salimos a la hora prevista y llegamos con algunos minutos de más, pues los del Face, eran en lo único que habían fallado... en las horas de camino.

Una vez allí, dejamos las cosas con brío en las habitaciones y nos fuimos a ver Rimini. Otro grupo, pasó de ver la "ciudad" y se bajó directamente a la playa. La verdad que hicieron bien. Porque si llegamos a saber lo que era Rimini, nos hubiéramos quedado en la playa todos.

Hicimos el giro turístico de rigor, más que nada para cumplir. Comimos por el centro y nos volvimos a la playa. De Rimini ciudad, la verdad que tengo poco que contar. Porqué entre que había poca cosa que ver y la cuenta que le eché al guía que nos la estaba enseñando... me deja pocas cosas que explicar del lugar.

Nos unimos con todos en la playa. Aquello no parecía una playa, era una tormenta de arena en pleno apogeo. El viento nos estropeo un poco el día de playa, aunque allí estábamos todos, un grupo de 52 personas luchando contra la arena y plantados en la toalla "tomando el sol". La playa era privada del hotel, como el resto de la playa. Que tiene mil servicios de ocio a orillas de playa. Duchas, hamacas con sombrillas, parques de niños, pista de voleibol, ect. 
En la playa nos cayó del cielo un niño Leonardo. Se llevo con nosotros los dos días de playa y con sus cinco años, nos conquistó a todos, sin excepción.
A pesar del desapacible temporal de viento, muchos fueron valientes de meterse en el agua. Después de estar tumbados cosas de 10 minutos, apareció Diego Novo cual guerrero herido con algo en el pie. Después de decirle mil veces que dejara de quejarse, que era una "nena", caímos en la cuenta de que sí se había hecho daño de verdad. Había tenido la maravillosa suerte de pisar el único pez araña que había en toda la playa de Rimini. Putada. 

Después de tener el pie en agua caliente y de ver como agonizaba, el chico del "pronto soccorso" le dijo que debería de pasarle el efecto del veneno en poco. A pesar de la cabezonería de Diego que no quería moverse de la hamaca (con el pie arrugado y a punto de cangrena metido en el agua caliente), consiguieron convencerlo y llevarlo hasta el hotel. Teníamos que cenar temprano porque en el hotel la cena estaba programa a la 7, una hora entre italiana y guiri. 

Todos allí abajo para cenar a dicha hora y después ver el partido del Barça con el ... (no sé, no lo vi).
Las Martas, decidimos que mejor que bajar a ver el partido, nos quedábamos a beber en la habitación, ya que se había quedado en ir a las 11 a la discoteca, que estaba cerca del hotel.
Mucho cotilleo y poco beber al principio, pero pronto se animo Novillo a empinar el codo con el ron. 
Acabamos las 3 en la terraza, cual maruja desempleada, a contarnos historias de antaño. 

Más o menos a la hora prevista bajamos con el resto para ir a la discoteca, también en compañía del "pez araña". Hazaña de este último cuando de camino al local, intentaron asustarlo dos personajes agazapados detrás de un coche. Pero que pasó, que "el pez araña" reaccionó de la mejor manera que pudo. Susto más lanzamiento de copa a la cara del agresor. Tiró el ron, pero nos reímos mucho.

Entrada en la discoteca. Poco que contar aquí. Gente borracha. Gente que baila. Martas que me dan la brasa porque iban más borrachas que "piteras"y vuelta al hotel a las tantas sin muchos incidentes. Sin contar que hubo gente de varias nacionalidades que se durmió en una de las mesitas de la discoteca, que perdimos una Marta en batalla y que mis pies casi mueren en el intento de llevar tacones. 

Amaneció un nuevo día en el que pocos, muy pocos, fueron valientes de levantarse para ir a tomar el desayuno antes de las 9 de la mañana. Y más playa. Esta vez sí. Buen tiempo, calor, y gente como gambones de Isla Cristina. Allí volvimos a encontrarnos con nuestro amigo Leonardo. Jugamos con él creo que todos, a tiempo indefinido, haciendo relevos. Tenía más parla que cualquier adulto, de esos que van a los programas de Intereconomía. Al final de la jornada, vino a despedirse de nosotros cabizbajo y triste, porque era demasiado listo como para engañarlo y decirle que nos íbamos a volver a ver.

Y así, tras la despida con Leonardo, las siestas en la arena, la resaca reposada y las espaldas quemadas nos volvimos a nuestra Florencia del "cuore"... 

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