jueves, 25 de noviembre de 2010

Con María y Vir, Giorno tre (Festa Erasmus)

Aquí estoy de nuevo para contaros las andanzas de las extremeñas por tierras italianas. El sábado 20, fue cuanto menos curioso. 
Una vez que Virginia dijo las palabras mágicas que habréis leído más abajo, nos levantamos y nos pusimos en marcha. Todavía hacía "sol" o al menos algo de luz para poder ir a la Piazza Michellangelo. Entre pitos y flautas, llegamos al "mirador" (se llama como he dicho antes, pero como se ve todo.. los españoles lo hemos rebautizado) de noche. Es precioso de igual modo la verdad, aunque de día se aprecia mejor toda la ciudad. Se puede ver cada parte con una cantidad de detalles sorprendente. 
Comimos algo allí arriba, acompañados por el David, de Michelangelo y decidimos bajar a pie. Así pudimos ver más cosas y enseñarles también la Piazza della Signoria
De camino a la Signoria, nos encontramos por casualidad con el taller de Clet. Muchos no lo conocerán, pero es un artista Francés que vive en Italia desde los 90. Actualmente está afincado en Florencia y nos deja por las calles obras tan simpáticas como estas: 




Pasamos por el Conad otra vez, en busca de bebida y de algo de cenar. Para desgracia de María, hoy no había pollo, así que tuvimos que conformarnos con unas lasañas y unos filetes empanados.
El día anterior, cuando estábamos en el Porcellino, una amiga Erasmus me invitó a su fiesta de cumpleaños que sería el sábado. Yo como tenía visita le dije que no podría ir, pero ella insistió, no sé si por la emoción del momento o por el alcohol en sangre. Y como se suele decir en estos casos "donde caben dos, caben 3... ". Así que nada, cenamos, nos pusimos "guapijimas" (ni con maquillaje salía ya la cara de resaca...) y nos encaminamos a la fiesta de cumpleaños.
Estuvo bastante bien. Y por primera vez entendí que es una fiesta Erasmus. Como yo, que iba con dos personas a las que nadie conocía (ni siquiera la homenajeada), había otras tantas. La gente llegaba al manojo... cada vez que sonaba el timbre de Via Ghibellina, subían como 5 personas, de las cuales, Ana (la cumpleañera) no conocía ni a 2... en momentos extremos a ninguna. Aquello se convirtió en un hervidero Erasmus que por suerte para los que allí vivían no se desmadro demasiado, teniendo en cuenta que éramos como 80 personas bastante ubriacas. Nuestro regalo de cumpleaños, un magnífico Panettone tuvo un éxito arrollador. Escuché a varias personas comentar lo bueno que estaba.. yo tampoco las conocía.
Teníamos como hora límite hasta las 2, para disfrutar de la fiesta y de un techo donde beber.. porque en Santa Croce que estaba a pocos metros hacía un frío que pelaba. María se llevo toda la noche, y cuando digo toda es toda... quejándose de que iba a "potar" la maldita lasaña. Virginia juró a los dioses que no había oído tantas veces las palabras "lasaña y vomitar" en su vida...
Al final, a eso de las 3 de la mañana consiguieron echarnos de casa de Ana. Para hacer algo de tiempo, en lugar de ir primero al Closer, fuimos al Twice que estaba también muy cerca.
De camino, mi querida amiga María se encontró con un muchacho que estaba en un tipico aperitivi (el aperitivi es un día a la semana que en ciertas discotecas por pedir bebidas te sacan comida... ), y ni corta ni perezosa decidió pedirle un bocadito de eso que el chico comía. Todavía no sé que era, pero entre la lasaña y aquello... imaginaos como acaba casi la historia. Y digo casi, porque ya en serio, creo que María tiene un estómago de hierro.
Estuvimos remoloneando un poco en la puerta del Twice, pero había una pelotera montada en la puerta y desistimos de entrar.... mientras tanto, María hacía sus pinitos con el italiano. No sé como ni porqué, pero junto a nosotras tres y Nacho, acabaron dos chicos italianos... (uno era clavado a Tizziano Ferro, con la ventaja de que no era gay...y el otro Carabinieri..). La cosa es, que los dejamos hablando con nacho, y nosotras tiramos hacia delante haciendo de las nuestras. Cuando llegamos al Closer, no los volvimos a ver.
Nos encontramos con la gente del cumpleaños que ya había llegado.. el Closer estaba más lleno que nunca. Aguantamos como siempre como chicas competente que somos. Se volvió a dar el caso DJ, María parlando italoinglés y yo pidiendo copas como si de gominolas se tratara (en mi defensa diré que, las copas las ponen en vasos de cumpleaños... ). Pues nada, dieron las 7 y creímos oportuno volver a casa... como no teníamos alma para andar hasta la cama, decidimos por unanimidad pillar un taxi. Desde que lo decidimos hasta que llegó el taxi, éstas dos la liaron parda... cosas que se quedaran en el recuerdo y en florencia.
En lugar de bajarnos en casa, le hicimos una visita al bar de la esquina.. y a falta de tostadas, nos compramos unos "paninos" (bocadillos tamaño folio) para llenar el estómago antes de dormir. Con la barriga llena y el sofá convertido en cama... los cuatro recibimos a morfeo, unos en mejores condiciones que otros...

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