domingo, 3 de octubre de 2010

Felicità

Aquí estoy otra vez. No creáis pequeños impacientes que ya he dejado de lado el blog. He seguido escribiendo, pero no he podido publicarlo en el blog porque no tenemos un internet fijo. No sabemos de su procedencia y por ello no controlamos cuando tenemos línea, viene y va, y la semana pasada pues se fue!

Cuando hace más de tres años llegué a Sevilla para estudiar tenía tan claro que aquella era mi ciudad, que nada ni nadie podía hacerme cambiar de idea. Cuando me sentía mal, cuando un día amanecía gris... que no era muy a menudo, bastaba darme un paseo a solas por la ciudad, para darme cuenta que aquello era precisamente lo que yo quería. Ahora, estoy a unos pocos de kilómetros, en otro país, en otra ciudad, haciendo otra vida... mi vida. Estoy en un lugar que he amado siempre, pero que no tuve la oportunidad de conocer hasta hace solo dos años.
Mucho tiempo atrás dije que quería esta experiencia, que necesitaba vivir aquí para saber... si realmente yo era quien creía que era. Me he guiado siempre por mis ilusiones y mis motivaciones, aunque siempre he tenido miedo de equivocarme, nunca he pensado en abandonar. El miedo a conseguido hacerme algo más fuerte. Siempre he tenido el respaldo de los míos, cosa que me ha hecho grande. Intento pensar que mis convicciones me llevarían por dónde quiero ir, si no tuviera dicho apoyo... creo sinceramente que me equivoco.
Llevo en Florencia apenas dos semanas. Los primeros días han sido magníficos como ya os he contado. Esta entrada del blog no va a deciros lo contrario, tranquilos.

Empiezo a sentirme parte de todo esto. Cada día me siento menos extraña por estas calles y rincones maravillosos.
Aunque sé muy bien de dónde vengo, no me cabe la menor duda de que éste es mi sitio. Cada segundo que pasa, me siento menos turista aquí, las calles empiezan a ser un poco mías. En cualquier rincón que piso, veo mucho más que fachadas y turistas, hay que tener los ojos bien abiertos para venir aquí y disfrutar de todo lo que nos rodea.
Coger una bicicleta y pasear por Florencia no es cualquier cosa. Ver por la noche como el paisaje se engrandece, mientras tú, vas pasando un puente y otro... para llegar a un ponte vecchio desierto, cubierto de niebla, con olor a tierra mojada, un puente, que añora a los turistas. 
Atravesar esa pequeñas calles, estrechas, de asfalto antiguo, con fachadas llenas de Maddonas que te miran mientras te embelesas con sus calles, te hace sentir especial.
Y sí... a mi esta ciudad, solo ella en su esencia... me hace estar feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario